A la Sierra de Cuenca
Sin mucha planificación de antemano y jugándonosla para conseguir alojamiento, JB, Sonia, Antonia, Nacho y yo nos fuimos de fin de semana largo a la sierra de Cuenca.
Dedicamos un día a la Ciudad Encantada, el nacimiento del río Cuervo, los callejones de Las Majadas y, muy especialmente, a buscar una gasolinera. Parece increíble que hiciéramos cuarenta kms en reserva buscando un surtidor porque el de Tragacete cerraba a las dos de la tarde. Y pese al pesimismo de alguno/a, llegamos y solo nos faltó abrazarnos a la muchacha que trabajaba en Beteta. Imposible olvidar esta experiencia.
Sin mucha planificación de antemano y jugándonosla para conseguir alojamiento, JB, Sonia, Antonia, Nacho y yo nos fuimos de fin de semana largo a la sierra de Cuenca.
Dedicamos un día a la Ciudad Encantada, el nacimiento del río Cuervo, los callejones de Las Majadas y, muy especialmente, a buscar una gasolinera. Parece increíble que hiciéramos cuarenta kms en reserva buscando un surtidor porque el de Tragacete cerraba a las dos de la tarde. Y pese al pesimismo de alguno/a, llegamos y solo nos faltó abrazarnos a la muchacha que trabajaba en Beteta. Imposible olvidar esta experiencia.
El siguiente día fue para conocer Cuenca, sus Casas Colgadas, sus hoces y su falta de calles llanas. Una ciudad muy bonita y que pone a prueba las rodillas de más de uno.
Lo que faltó fue que alguna de las niñas se decidiera a atacar a Ángel, ¡con lo dispuestas que se veían! Se respetaron tanto que al final ninguna se atrevió a dar ese paso.
Menos mal que aún tendrán que ir mi hermanito o José Mª y seguro que se vuelven a apuntar alguna de las Soles.
Etiquetas: viajes