murciélagos en la ventana

Esta página supone un cambio de etapa y quiere reflejar el antes y el después de esos maravillosos años. Me gustaría hablar de un gran tesoro, mis amigos, y esta es una forma original de inmortalizarlos.

30 octubre 2006


Hilario, el Niño que pasó a ser el Hombre

La sub-bética cordobesa le vio nacer. No renuncia a sus orígenes y, a pesar de no ser un devoto de su pueblo, siempre lo lleva presente y menciona su origen.

Le conocí hace unos años. Por aquel entonces compartía piso con Almudena y buscábamos un compañero para la habitación que teníamos libre. Hasta ese momento nunca había tenido un compañero hombre, así que él fue el primero en ese aspecto. Como nosotras éramos unos años mayor que él le llamábamos cariñosamente el Niño. Ya quisiera Fernando Torres ser como Hilario.

La convivencia con él la podría calificar sencillamente como “fácil”. Creo que hoy día y, teniendo en cuenta las manías cada uno de nosotros tiene, ese es un valor inexplicablemente poco valorado. Se podría ahondar mucho más, muchísimo más.
Al año siguiente Almudena cambió de piso y nos dejó por irse a vivir con su novio, algo totalmente normal y para nada reprochable, así que Hilario y yo empezamos nuestra odisea particular de buscar nuevo inquilino.
El primero fue un tal Miguel. Nos duró una semana y no porque le echáramos, no, renunció a nuestra compañía por una habitación más grande. Pues mejor para él. En su marcha nos quiso encasquetar a un colega suyo, semejante paquetito el amigo. Y fue que no.
La búsqueda continuó y acabamos por aceptar a un recién llegado del levante español, “el aura o el espectro” con “pava” incluida. Al principio nos engañó, pensamos que era una buena persona y al final aquel tipo no tenía nada que ver con el que nosotros admitimos. Un fracaso de casting y de ojo clínico el nuestro.
Podría hacer una lectura positiva de aquel año, nos hicimos fuertes. Aprendimos a soportar sin pasar por tontos y sin ceder terreno. Y el aura en su mundo paralelo de Yupi.

Ese año nos hicimos más amigos aún y surgió algo más fuerte que el feeling, nos entendíamos con solo mirarnos. La nuestra era una relación de pareja sin serlo aunque más de una vez quisimos proponer intercambios con parejas que nos “pusieran”. Llevábamos una vida de pareja sin serlo, de ahí nos viene nuestros motes hombre-mujer.
Los últimos meses de convivencia, cuando él preparaba sus oposiciones y yo mis exámenes, se nos iba la cabeza. Eran muchas las horas encerrados el uno con el otro y había que estallar de alguna forma. Nunca olvidaremos nuestra discusión más famosa, ¿quién usaba más tiempo el sofá grande? La verdad es que casi ninguno lo usaba pero la cuestión era discutir…y discutimos por nada. Nunca olvidaré aquellos días previos a su examen cuando la lista negra.

Luego nuestras vidas se separaron, fue el destino porque sino él hubiera sido uno de los mejores candidatos para compartir piso. Y, aún en la distancia, seguimos siendo el pack HOMBRE-MUJER.

Meses después él volvió a Sevilla. Entonces me contó uno de sus mayores secretos…y me dejó de piedra. Después de dos años de convivencia, a esas alturas no me esperaba algo así. Mis sentimientos hacia él no iban a cambiar por eso, ni mucho menos, sólo que me sorprendió la noticia. Crees que conoces casi todo de alguien y siempre consiguen sorprenderte, ¡increíble! No seré yo quien juzgue, sigue siendo mi hombre.

Hace poco me decía que yo era su exmujer, ¡eso nunca!, ¿cómo va a renunciar a mí? Nuestra última discusión ha sido esa, me niego a no tenerle como mi hombre, ese título lo lleva él por antigüedad y pese a nuestra situación actual sigue siendo suyo.

Para los que no le conocéis os diría que es un ser peculiar, le gusta ser centro de atención y destacar a su paso…como muchos, sólo que no todos somos capaces de reconocerlo abiertamente. Es un cúmulo de dualidad: atento-pasota, extrovertido-introvertido, socialmente abierto-retraído y algunos más que tengo la suerte de conocer.

Pese a los años y a las vueltas que dan nuestras vidas, nunca dejaré de ver a Hilario como el Niño que pasó a ser el Hombre.

09 octubre 2006



Ingrid, la Jingri

Pues aquí estoy, al fin. Mi intención no era tardar tanto en subir una nueva entrega pero, las circunstancias de la vida y una serie de acontecimientos encadenados, junto con un poco de perritis otras, han ocasionado mi tardanza.

En esta ocasión le toca a ella, a Ingrid, la Jingri.

Nos conocimos hace mucho tiempo, cuando éramos unas criaturitas inocentes y regordetas a nuestros diez añitos. A mi padre lo trasladaron y pasamos un primer verano en Calañas. Ahí nos conocimos pero no hubo tiempo para mucho más. Al verano siguiente volvimos y nos quedamos.

En Calañas pasé esos maravillosos años, unos años "difíciles" por una parte pero "apasionantes" por otra. La vida a los quince años tiene una gran presión: la del día a día de un adolescente. Y siempre estuvimos juntas. Creo que nos hicimos amigas nada más llegar. En la boda de Tere estuvimos hablando y caimos en la cuenta que nunca nos habíamos peleado, ¡nunca! y por entonces ya estábamos más cerca de los 30 que de los 25.

¿Qué puedo decir de ella? Supongo que es de ese tipo de personas que debes tener en tu vida. Nosotras vivimos separadas desde el 96 y, a pesar de la distancia, nunca he dejado de tenerla como amiga. Sí es cierto que ha habido épocas que el contacto ha sido menor, de hecho no tenemos una asiduidad a la hora de llamarnos o vernos, pero siempre volvemos. Cuando nos reencontramos es como si el tiempo se hubiese congelado, volvemos a ser las dos muchachas que se paseaban moto arriba-moto abajo por esas calles de Calañas. Y siempre hemos confiado ciegamente la una en la otra: cualquier cosa de la que se pueda hablar o cualquier secreto que se lleve guardado dentro nos lo podemos contar porque es una válvula de escape sobre-segura.

Son muchas las batallitas que podría contar sobre ella. Algunas no se pueden contar, otras las borrará el tiempo, otras sólo las entenderían aquellos que las hemos vivido...historias que te hacen volver al pasado y te hacen esbozar una sonrisa como los intercambios de sonrisas, el primer beso, los primeros novietes. Otras historias fueron en cambio un poco menos agradables.

Aunque solíamos ser un grupo relativamente numeroso, dentro teníamos nuestro propio subgrupo: las fantásticas... ignoradas. Así que no puedo hablar de Ingrid sin mencionar también a Tere y a Mari Tere, ¡qué pena que no se acabara del todo bien!. A ellas también les llegará su artículo.

No podría hablar de Ingrid sin mencionar a mis suegros, Fina y Tomás (no tengo palabras para describirles), al primer hombre que me pidió que me casara con él (la de veces que se habrá arrepentido José Tomás de habérmelo pedido aunque él ni se acuerda de aquellas palabras) y a la hermana pequeña que nunca tuve. Es como mí segunda casa.

Hay una estrofa de una canción de Mecano, Cuerpo y Corazón, que siempre que la escucho me recuerda a Ingrid, aunque creo que a ella nunca se lo he mencionado:
De las amigas y el pasado
Guardo el recuerdo en la canción
Las fotos del bachillerato
Y los buenos ratos…
El resto de la canción no tiene nada que ver pero este trozo sí.

Ingrid, forever…

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