Reencuentros con los murciélagos

Después de unos meses de parón o de sequía literal, volvemos a encontrarnos los murciélagos y yo. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez, tanto que ya ni me acuerdo, bueno, lo mismo exagero un poco. Lo que sí es cierto es que todavía no habían empezado las vacaciones de verano y ahora estoy contando los días para poder tomarme los pocos que me quedan de este año.

Reflexiones vacacionales aparte, ha habido mucho cambio en estos meses, cinco dientes nuevos, el comienzo de la guardería (perdón, ahora hay que llamarla escuela infantil), aprender a caminar... Es que desde hace poco más de un año mi vida la marca una personita con mucha personalidad.

Y a parte del día a día y de nuestra rutina, a veces hay sucesos que sin estar directamente relacionados con uno te marcan. Esta semana comenzaba con una noticia trágica en el pueblo, últimamente se ha vuelto una constante y cuando no es un desprendimiento de tierra es un terremoto. Pero esta vez no ha sido una catástrofe natural. No entraremos a valorar el porqué ha pasado ni cómo se habría podido evitar, eso es algo que ya no tiene solución.

¿Qué te puede pasar por la cabeza para renunciar a todo hasta a tu propia vida? Nunca lo sabremos. No es la solución, ojalá haya encontrado lo que aquí no tenía.