murciélagos en la ventana

Esta página supone un cambio de etapa y quiere reflejar el antes y el después de esos maravillosos años. Me gustaría hablar de un gran tesoro, mis amigos, y esta es una forma original de inmortalizarlos.

20 noviembre 2006


Sandra, Sandrita la alicantina

Hace unos años cuando aún era buena estudiante, antes de empezar la carrera y sucumbir ante una serie de impresentables, escasos de humildad y ególatras que creen ser de los mejores de su gremio y no les da vergüenza decirlo en voz alta, me fui un mes en verano a Inglaterra.
En el aeropuerto mientras esperaba para facturar mi madre, a la cual “no” le gusta hablar, y la señora que estaba delante en la fila, Loli, a la que tampoco le gusta, pues eso, que se pusieron a charlar. Casualidades de la vida, la hija de Loli y yo íbamos a la misma ciudad, Plymouth. Nuestras madres nos presentaron y casi nos obligaron a iniciar el viaje juntas.
Era la primera vez que pasaba un verano lejos de mi casa y descubrí que había vida fuera del pueblo donde vivía y más gente a parte de mis amigos. Aquellas vacaciones fueron estupendas. Conocí mucha gente, cada uno de un sitio distinto y nos prometimos amistad eterna.
Después de los primeros meses, el contacto bajó entre nosotros y a día de hoy no sé prácticamente nada de la mayoría de ellos.

Con Sandra fue distinto. Tardamos unos años en volvernos a encontrar y desde entonces nunca hemos dejado de vernos pese a vivir bastante alejadas.

He de confesar que mi vocación frustrada es la de celestina. Yo sería feliz y estaría totalmente realizada si me dedicara a crear parejas. Creo que Sandra podría dar una conferencia sobre esa faceta mía porque a ella la he cogido de conejillo de indias muchas, muchísimas veces. Lo que no sé es por qué nunca me ha mandado a freír espárragos después de algunos los “pretendientes” que le he buscado. Una de dos, o tiene una paciencia de santo o es que se divierte de este modo. O las dos.
En una ocasión le surgió un enamorado, un antiguo conocido mío al que ella cautivó por teléfono. Ya nos veíamos las dos pidiéndole el coche a este individuo y paseándonos por la Diagonal. Afortunadamente la cosa no llegó a mayores, tipos como ese no merecen llamarse hombres.
Otro día nos fuimos de expedición secreta a ver a unos deportistas de élite…pero tuvimos que salir de allí pitando ante el riesgo de ser descubiertas.
Una noche cuando volvíamos a las tantas de la madrugada se saltó un alto de la guardia civil, ¡vaya!, que tiene su punto arriesgado. Claro que aún no nos hemos puesto de acuerdo de si le dieron paso o le dieron el alto. La cuestión es que nosotras llegamos a su casa sin que nadie nos detuviera.

De lo que puede presumir Sandra es de haber dejado todo un río de muchachos con el corazón roto, ella es así, una chica dura. Aunque nunca lo va a reconocer, sé que le gusta cuando me doy cuenta de algún nuevo enamorado suyo y se lo digo. Esas cosas gustan incluso a los tipos duros, tipa en este caso.

Voy a contar un secreto, superamos juntas “problemas de subpeso”, ha sido difícil pero nos hemos apoyado mutuamente y con constancia y una buena dieta hemos conseguido superarlo.

Tenemos dos asuntos pendientes. El primero es hacer el Camino de Santiago. Hace años prometimos hacerlo en un momento dado, a modo de promesa. Posiblemente este verano saldaremos este deuda y caminaremos juntas aunque no desde Roncesvalles, serían muchos días, muchos kilómetros y un fondo físico con el que aún no contamos. Quizá se nos unan Sonia y Antonia. Cuantos más seamos mejor.
El segundo asunto pendiente es ser dama de honor en la boda de la otra. Pese a tener poca o ninguna creencia religiosa y no destacar por la ilusión de casarnos, a las dos nos hace muchísima ilusión ir a la boda de la otra vestida de rosa o de amarillo, o de alguno de esos colores típicos, sencillas a la par que elegantes, con un papel destacado, pelearnos por el ramo con el resto de las niñas… ¡Y lo que disfrutamos planteando ese momento!

Las madres no suelen equivocarse, éste es sin duda un ejemplo que lo demuestra. Las nuestras nos presentaron, nosotras nos hicimos amigas y aún seguimos siéndolo. Y han pasado ya más de trece años.

Contador
Visitas