La noche de San Juan o del Pirulito

Hace unos años, tal día como hoy nos poníamos manos a la obra.

La noche de San Juan tenía algo de mágica, quizá fuera eso o quizá fuera la época, llegaba justo después de los exámenes y era el inicio del verano y de las vacaciones.

Éramos un poco "brujas" con las cartas y cuando llegaba el 23 de junio había que hacer memoria y poner en práctica todos nuestros conjuros:

• el plomo envuelto en tela verde, a mí me funcionó las dos veces que me salió bien


• los papeles en el vaso de agua debajo de la cama


• los papeles en la almohada


• quemar los deseos pasando sobre ellos


• cascar un huevo en un vaso de agua


• ... (sé que había más pero ahora no recuerdo ningún otro)

Lo mejor era la parafernalia de la preparación de los "juegos y conjuros", Tere solía quedarse esa noche en mi casa y nosotras dos siempre poníamos en práctica los conjuros.

Después de dejar listo todo el entramado había que ir a los pirulitos. Y allí que íbamos las fantásticas.

Esa noche la tradición mandaba que los "mozos" ponían flores a sus "mozas" pero claro, Calañas is different, ¿para qué poner un ramo cuando se puede poner un árbol entero? Que se lo digan a mi padre cuando lo despertaron una noche y salió en calzoncillos a preguntar "gentilmente" que qué pasaba y se encontró el rastrojo.

Nunca me olvidaré de Juan el Gaso y de Diego el Family sentados en frente de mi casa amenizando la velada con alguna copilla de más.

Como el que no quiere la cosa, han pasado ya muchos años desde mi último San Juan en Calañas...¡cómo pasa el tiempo!