Hace un par de días estuve hablando con dos compañeros sobre las relaciones chico-chica, hombre-mujer o como queramos definirlo. Es curioso pero esa conversación la he vivido muchas veces en mi vida, da igual la edad que nuestro dni diga que tenemos, hay cosas que no evolucionan mucho.
Recuerdo mis años mozos, tampoco es que haya pasado mucho desde entonces pero realmente sí ha llovido algunas veces, incluso en Almería. Cuando la adolescencia llega, los amigos empiezan a ser el centro de tu vida, cualquier cosa que te pase es el centro de conversaciones trascendentales con tus confidentes y puedes pasar horas y horas hablando de ese ser maravilloso que te tiene loquita.
Normalmente siempre nos fijábamos en el chulito del grupo y, por lo general, él pasaba, se liaba o intentaba liarse con alguna de tu grupo, hacía comentarios inadecuados, etc. Pero no importaba, estábamos convencidas que era el hombre de tu vida, al final él se daría cuenta y vendría a decírtelo, reconocería que siempre te había deseado y que se moría sin ti. Cuando llegara ese momento, ahí estaríamos, esperándole. ¿Qué más daba que hubieses perdido esos maravillosos años detrás de ese ser o del que luego ocupó su lugar o de todos aquellos de los que estuviste locamente enamorada pero que nunca llegaron a nada?
En mi charla me sorprendió que pese a los años y a haber dejado atrás la locura adolescente hay cosas que no cambian. Nunca había hablado de temas así con estos compañeros. Cada uno proviene de una provincia, cada uno tiene su forma de vida, cada uno tiene un grupo de amigos definido,..., sólo tenemos en común el rango de edad.
La sorpresa fue que cuando una expuso su situación sentimental hubo un retorno a los quince años. Fue como mantener una conversación del pasado.
¿Por qué somos así? En este caso generalizo a las mujeres porque se da en mayor medida en nosotras. ¿Por qué seguimos creyendo que nuestro hombre ideal es ése que casualmente es el que peor se ha portado? ¿Por qué no reaccionamos y pasamos de él?
Sé de más de una que debería ser fuerte y mirar más allá de ese que la tiene embelesada desde hace unos cuantos veranos y aún sigue por él. Si tú, sé que te sentirás identificada cuando leas ésto. Para eso estamos las amigas y amigos, debemos hacer la terapia de choque y obligar a superar estos "conflictos".
Espero que todas y todos fuésemos lo suficientemente fuertes para echarle coraje y pasar de esa persona, pagarle con la misma moneda. Seguro que hay alguien que sí merece nuestro tiempo y nuestra atención. Seamos fuertes.
Lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia (que verdad más grande!).
Este post parece un manifiesto feminista, para nada lo es. Sólo reivindico la dignidad de cada una/o y que no nos dejemos pisotear.