
Hilario, el Niño que pasó a ser el Hombre
La sub-bética cordobesa le vio nacer. No renuncia a sus orígenes y, a pesar de no ser un devoto de su pueblo, siempre lo lleva presente y menciona su origen.
Le conocí hace unos años. Por aquel entonces compartía piso con Almudena y buscábamos un compañero para la habitación que teníamos libre. Hasta ese momento nunca había tenido un compañero hombre, así que él fue el primero en ese aspecto. Como nosotras éramos unos años mayor que él le llamábamos cariñosamente el Niño. Ya quisiera Fernando Torres ser como Hilario.
La convivencia con él la podría calificar sencillamente como “fácil”. Creo que hoy día y, teniendo en cuenta las manías cada uno de nosotros tiene, ese es un valor inexplicablemente poco valorado. Se podría ahondar mucho más, muchísimo más.
Al año siguiente Almudena cambió de piso y nos dejó por irse a vivir con su novio, algo totalmente normal y para nada reprochable, así que Hilario y yo empezamos nuestra odisea particular de buscar nuevo inquilino.
El primero fue un tal Miguel. Nos duró una semana y no porque le echáramos, no, renunció a nuestra compañía por una habitación más grande. Pues mejor para él. En su marcha nos quiso encasquetar a un colega suyo, semejante paquetito el amigo. Y fue que no.
La búsqueda continuó y acabamos por aceptar a un recién llegado del levante español, “el aura o el espectro” con “pava” incluida. Al principio nos engañó, pensamos que era una buena persona y al final aquel tipo no tenía nada que ver con el que nosotros admitimos. Un fracaso de casting y de ojo clínico el nuestro.
Podría hacer una lectura positiva de aquel año, nos hicimos fuertes. Aprendimos a soportar sin pasar por tontos y sin ceder terreno. Y el aura en su mundo paralelo de Yupi.
Ese año nos hicimos más amigos aún y surgió algo más fuerte que el feeling, nos entendíamos con solo mirarnos. La nuestra era una relación de pareja sin serlo aunque más de una vez quisimos proponer intercambios con parejas que nos “pusieran”. Llevábamos una vida de pareja sin serlo, de ahí nos viene nuestros motes hombre-mujer.
Los últimos meses de convivencia, cuando él preparaba sus oposiciones y yo mis exámenes, se nos iba la cabeza. Eran muchas las horas encerrados el uno con el otro y había que estallar de alguna forma. Nunca olvidaremos nuestra discusión más famosa, ¿quién usaba más tiempo el sofá grande? La verdad es que casi ninguno lo usaba pero la cuestión era discutir…y discutimos por nada. Nunca olvidaré aquellos días previos a su examen cuando la lista negra.
Luego nuestras vidas se separaron, fue el destino porque sino él hubiera sido uno de los mejores candidatos para compartir piso. Y, aún en la distancia, seguimos siendo el pack HOMBRE-MUJER.
Meses después él volvió a Sevilla. Entonces me contó uno de sus mayores secretos…y me dejó de piedra. Después de dos años de convivencia, a esas alturas no me esperaba algo así. Mis sentimientos hacia él no iban a cambiar por eso, ni mucho menos, sólo que me sorprendió la noticia. Crees que conoces casi todo de alguien y siempre consiguen sorprenderte, ¡increíble! No seré yo quien juzgue, sigue siendo mi hombre.
Hace poco me decía que yo era su exmujer, ¡eso nunca!, ¿cómo va a renunciar a mí? Nuestra última discusión ha sido esa, me niego a no tenerle como mi hombre, ese título lo lleva él por antigüedad y pese a nuestra situación actual sigue siendo suyo.
Para los que no le conocéis os diría que es un ser peculiar, le gusta ser centro de atención y destacar a su paso…como muchos, sólo que no todos somos capaces de reconocerlo abiertamente. Es un cúmulo de dualidad: atento-pasota, extrovertido-introvertido, socialmente abierto-retraído y algunos más que tengo la suerte de conocer.
Pese a los años y a las vueltas que dan nuestras vidas, nunca dejaré de ver a Hilario como el Niño que pasó a ser el Hombre.
La sub-bética cordobesa le vio nacer. No renuncia a sus orígenes y, a pesar de no ser un devoto de su pueblo, siempre lo lleva presente y menciona su origen.
Le conocí hace unos años. Por aquel entonces compartía piso con Almudena y buscábamos un compañero para la habitación que teníamos libre. Hasta ese momento nunca había tenido un compañero hombre, así que él fue el primero en ese aspecto. Como nosotras éramos unos años mayor que él le llamábamos cariñosamente el Niño. Ya quisiera Fernando Torres ser como Hilario.
La convivencia con él la podría calificar sencillamente como “fácil”. Creo que hoy día y, teniendo en cuenta las manías cada uno de nosotros tiene, ese es un valor inexplicablemente poco valorado. Se podría ahondar mucho más, muchísimo más.
Al año siguiente Almudena cambió de piso y nos dejó por irse a vivir con su novio, algo totalmente normal y para nada reprochable, así que Hilario y yo empezamos nuestra odisea particular de buscar nuevo inquilino.
El primero fue un tal Miguel. Nos duró una semana y no porque le echáramos, no, renunció a nuestra compañía por una habitación más grande. Pues mejor para él. En su marcha nos quiso encasquetar a un colega suyo, semejante paquetito el amigo. Y fue que no.
La búsqueda continuó y acabamos por aceptar a un recién llegado del levante español, “el aura o el espectro” con “pava” incluida. Al principio nos engañó, pensamos que era una buena persona y al final aquel tipo no tenía nada que ver con el que nosotros admitimos. Un fracaso de casting y de ojo clínico el nuestro.
Podría hacer una lectura positiva de aquel año, nos hicimos fuertes. Aprendimos a soportar sin pasar por tontos y sin ceder terreno. Y el aura en su mundo paralelo de Yupi.
Ese año nos hicimos más amigos aún y surgió algo más fuerte que el feeling, nos entendíamos con solo mirarnos. La nuestra era una relación de pareja sin serlo aunque más de una vez quisimos proponer intercambios con parejas que nos “pusieran”. Llevábamos una vida de pareja sin serlo, de ahí nos viene nuestros motes hombre-mujer.
Los últimos meses de convivencia, cuando él preparaba sus oposiciones y yo mis exámenes, se nos iba la cabeza. Eran muchas las horas encerrados el uno con el otro y había que estallar de alguna forma. Nunca olvidaremos nuestra discusión más famosa, ¿quién usaba más tiempo el sofá grande? La verdad es que casi ninguno lo usaba pero la cuestión era discutir…y discutimos por nada. Nunca olvidaré aquellos días previos a su examen cuando la lista negra.
Luego nuestras vidas se separaron, fue el destino porque sino él hubiera sido uno de los mejores candidatos para compartir piso. Y, aún en la distancia, seguimos siendo el pack HOMBRE-MUJER.
Meses después él volvió a Sevilla. Entonces me contó uno de sus mayores secretos…y me dejó de piedra. Después de dos años de convivencia, a esas alturas no me esperaba algo así. Mis sentimientos hacia él no iban a cambiar por eso, ni mucho menos, sólo que me sorprendió la noticia. Crees que conoces casi todo de alguien y siempre consiguen sorprenderte, ¡increíble! No seré yo quien juzgue, sigue siendo mi hombre.
Hace poco me decía que yo era su exmujer, ¡eso nunca!, ¿cómo va a renunciar a mí? Nuestra última discusión ha sido esa, me niego a no tenerle como mi hombre, ese título lo lleva él por antigüedad y pese a nuestra situación actual sigue siendo suyo.
Para los que no le conocéis os diría que es un ser peculiar, le gusta ser centro de atención y destacar a su paso…como muchos, sólo que no todos somos capaces de reconocerlo abiertamente. Es un cúmulo de dualidad: atento-pasota, extrovertido-introvertido, socialmente abierto-retraído y algunos más que tengo la suerte de conocer.
Pese a los años y a las vueltas que dan nuestras vidas, nunca dejaré de ver a Hilario como el Niño que pasó a ser el Hombre.