
Jueves Santo: Estación de Penitencia
Empecé a salir en las procesiones de la Semana Santa de mi pueblo cuando era muy pequeña, sanjuanera concretamente, hasta que hace seis años (año arriba, año abajo) decidí colgar los hábitos. Lo mío no era devoción sino tradición, me gustaba formar parte de ese rito. Pero esa etapa terminó.
Los últimos años he vivido en Sevilla. En todo ese tiempo nunca pasé la Semana Santa allí, raro pero cierto, aunque sí aprendí algo, no mucho, no llego ni por asomo al nivel de gente como Mary-Light, Arturo, Balta o tantos otros.
Esta Semana Santa he pasado tres días en mi pueblo y el resto en casa de una amiga. Hace unos años ya estuve un par de días con ella pero entonces no vimos ni una sola procesión. Ahora es distinto. No, no se trata de que ella o yo nos hayamos vuelto devotas ni cantemos saetas ni hayamos hecho alguna promesa. ¿Por qué es distinto? Ahhh!
Llegué a su ciudad el jueves a mediodía. Resulta que esa noche el "amigo" de mi amiga salía en una procesión y allí que nos plantamos las dos, cámara en mano por supuesto.
Hace unos años mi sobrino Adrián me dijo una frase curiosa "tengo novia pero que ella no lo sabe", él entonces tendría seis ó siete años. Por analogía podría decir que mi amiga vive una situación parecida, claro que ellos son un poquito más mayores que mi sobrino.
El problema del jueves era que no sabíamos exactamente en qué paso iba, sólo teníamos la certeza de la iglesia de la cual salía. Conclusión: mi amiga me tuvo toda la noche caminando buscando al mozo.
Tras una hora andando encontramos un trono que cuadraba. Allí tienen la peculiaridad de que los sacan por gremios, cosa curiosa para mí. Seguras de nuestro hallazgo, mi amiga se retiró para no ser descubierta por él. Yo nunca antes había visto a “su novio” pero tenía una descripción física que no podía fallar. Me acerqué al trono y tras una búsqueda entre todos los braceros encontré a uno que cuadraba. Así que le hice alguna que otra foto tras lo cual fui al encuentro de mi amiga para que se deleitase con las instantáneas. ¡¡Resultó que no era ese!! Y yo volví porque me había dejado unos cuantos sin visualizar.
La sorpresa fue que al acercarme descubrí que nos habíamos confundido, el símbolo del brazalete era de otro gremio que nada tenía que ver con el suyo. La cara inicial de tonta supongo que no me la quita nadie pero luego nos dio por reir. ¡Y lo feliz que dormiría ese muchacho sabiéndose fotografiado por una extraña!
Cuando ya dábamos la batalla por perdida, nos lo encontramos. No es que tuviéramos suerte, es que la buscamos a conciencia. Me dijo quién era el susodicho y yo me fui a por él, o sea, a intentar inmortalizarlo porque tenía el encargo de otras amigas de llevar testimonio gráfico. Las fotos no salieron bien pero sí que hay vídeos, no los cuelgo aquí porque no procede. Al final me daba vergüenza seguir grabándolo porque me había pillado fijo, él y todo el que estuviera a mi alrededor.
Y al final del recorrido, cuando ya había entrado el paso a su iglesia mi amiga no quiso acercarse porque seguramente él se daría cuenta que yo era la de la cámara, una enviada suya, y le daba vergüenza. Hemos vuelto a los quince años, o quizá ni eso, lo mismo nos hemos estancado en los doce. Pero bueno, ¿y qué? ¡y lo que nos reímos!
Otra amiga mía, Mary-Light, sale en la procesión de la Hiniesta en Sevilla pero ella siempre dice que sale en “estación de penitencia”. Hasta este año no he sabido exactamente lo que significa esa expresión, ahora sí lo sé.
Pese a todo, valió la pena. Caminamos bastante, nos reímos mucho y sobre todo nos dará que hablar a nosotras por mucho tiempo. Sólo espero que para el año que viene no haya que temer ser descubierta.
Empecé a salir en las procesiones de la Semana Santa de mi pueblo cuando era muy pequeña, sanjuanera concretamente, hasta que hace seis años (año arriba, año abajo) decidí colgar los hábitos. Lo mío no era devoción sino tradición, me gustaba formar parte de ese rito. Pero esa etapa terminó.
Los últimos años he vivido en Sevilla. En todo ese tiempo nunca pasé la Semana Santa allí, raro pero cierto, aunque sí aprendí algo, no mucho, no llego ni por asomo al nivel de gente como Mary-Light, Arturo, Balta o tantos otros.
Esta Semana Santa he pasado tres días en mi pueblo y el resto en casa de una amiga. Hace unos años ya estuve un par de días con ella pero entonces no vimos ni una sola procesión. Ahora es distinto. No, no se trata de que ella o yo nos hayamos vuelto devotas ni cantemos saetas ni hayamos hecho alguna promesa. ¿Por qué es distinto? Ahhh!
Llegué a su ciudad el jueves a mediodía. Resulta que esa noche el "amigo" de mi amiga salía en una procesión y allí que nos plantamos las dos, cámara en mano por supuesto.
Hace unos años mi sobrino Adrián me dijo una frase curiosa "tengo novia pero que ella no lo sabe", él entonces tendría seis ó siete años. Por analogía podría decir que mi amiga vive una situación parecida, claro que ellos son un poquito más mayores que mi sobrino.
El problema del jueves era que no sabíamos exactamente en qué paso iba, sólo teníamos la certeza de la iglesia de la cual salía. Conclusión: mi amiga me tuvo toda la noche caminando buscando al mozo.
Tras una hora andando encontramos un trono que cuadraba. Allí tienen la peculiaridad de que los sacan por gremios, cosa curiosa para mí. Seguras de nuestro hallazgo, mi amiga se retiró para no ser descubierta por él. Yo nunca antes había visto a “su novio” pero tenía una descripción física que no podía fallar. Me acerqué al trono y tras una búsqueda entre todos los braceros encontré a uno que cuadraba. Así que le hice alguna que otra foto tras lo cual fui al encuentro de mi amiga para que se deleitase con las instantáneas. ¡¡Resultó que no era ese!! Y yo volví porque me había dejado unos cuantos sin visualizar.
La sorpresa fue que al acercarme descubrí que nos habíamos confundido, el símbolo del brazalete era de otro gremio que nada tenía que ver con el suyo. La cara inicial de tonta supongo que no me la quita nadie pero luego nos dio por reir. ¡Y lo feliz que dormiría ese muchacho sabiéndose fotografiado por una extraña!
Cuando ya dábamos la batalla por perdida, nos lo encontramos. No es que tuviéramos suerte, es que la buscamos a conciencia. Me dijo quién era el susodicho y yo me fui a por él, o sea, a intentar inmortalizarlo porque tenía el encargo de otras amigas de llevar testimonio gráfico. Las fotos no salieron bien pero sí que hay vídeos, no los cuelgo aquí porque no procede. Al final me daba vergüenza seguir grabándolo porque me había pillado fijo, él y todo el que estuviera a mi alrededor.
Y al final del recorrido, cuando ya había entrado el paso a su iglesia mi amiga no quiso acercarse porque seguramente él se daría cuenta que yo era la de la cámara, una enviada suya, y le daba vergüenza. Hemos vuelto a los quince años, o quizá ni eso, lo mismo nos hemos estancado en los doce. Pero bueno, ¿y qué? ¡y lo que nos reímos!
Otra amiga mía, Mary-Light, sale en la procesión de la Hiniesta en Sevilla pero ella siempre dice que sale en “estación de penitencia”. Hasta este año no he sabido exactamente lo que significa esa expresión, ahora sí lo sé.
Pese a todo, valió la pena. Caminamos bastante, nos reímos mucho y sobre todo nos dará que hablar a nosotras por mucho tiempo. Sólo espero que para el año que viene no haya que temer ser descubierta.
2 Comments:
Jeje. Hay que ver las cosas que se hacen cuando alguien te gusta y quieres tener contacto con él... De las mejores para contar, desde luego. Y mucho mejor si tienes una amiga que te ayude, claro.
Besos desde el agua
Gracias, pues una vez mas he apreciado lo grande, esta vez por diverso, que es el Español, lo que tú llamas cetro aquí es un anda y a los braceros les llamamos costaleros. En lo “demás” compruebo que seguimos los mismos patrones, en todos los sitios el amor nos mueve a hacer esas cosas que en otro estado siquiera nos plantearíamos.
A decir verdad que El Amor embriaga, embriaguémonos pues en él y recobremos la inocente espontaneidad que otorga su calor.
Publicar un comentario
<< Home